
- Donald Trump entra cumpliendo sus promesas. Tres decretos firmando de una, que suponen, de pasar la aprobación del Congreso: el fin del TTP, un recorte drástico de impuestos a empresas y regulación, y congelamiento del gasto público -a excepción del militar-
La democracia representativa de EEUU, diseñada constitucionalmente como un sistema de contrapesos (los famosos checks and balances ) por los framers (padres fundadores de los EEUU), ha ido degenerando en un sistema con un poder ejecutivo hipertrofiado. Las agendas de los poderes legislativo y judicial han terminado por ser iguales a las del jefe del poder ejecutivo, de ahí que frecuentemente se hable de «to use the president’s pen to bypass the checks and balance system«, es decir el Presidente del ejecutivo lanza decretos («executive orders«) que por lo general pasan sin problema el Congreso y el Tribunal Supremo. Razón por la que se dice que la democracia americana se ha transformado en una cuasi-dictadura del ejecutivo.
Son medidas sonoras que reconocen lo que los obamistas negaban, que EEUU jamás salió de la depresión económica, que lo que se hizo fue falsear números, torcer estadísticas, mientras el americano medio no paraba de empobrecerse. Bienvenida sea esta prueba de realismo trumpiano.
Con Trump como presidente, vamos a comprobar si esta percepción política de la democracia americana es correcta o no. Si los checks and balances funcionan, Trump lo va a tener complicado para que le aprueben sus decretos presidenciales en el Congreso. Primer decreto que acaba de firmar, meter la «border-tax«, esto es pegarle un recortón a los impuestos empresariales , que del 35% actual, pasarían al 15%. Segunda «executive order», adios al TPP, es decir el tratado comercial del Pacífico, y la tercera, congelar el gasto público federal. Son medidas sonoras que reconocen lo que los obamistas negaban, que EEUU jamás salió de la depresión económica, que lo que se hizo fue falsear números, torcer estadísticas, mientras el americano medio no paraba de empobrecerse. Bienvenida sea esta prueba de realismo trumpiano.

Ahora bien, que con estas medidas y otras que le seguirán, Trump consiga su cometido, es más que dudoso. No se sabe muy bien de donde va a sacar todo el dinero para meterlo en su new deal de infraestructuras, si al mismo tiempo baja impuestos y congela el gasto público. Es más complicado aún que Trump eleve el nivel de vida de según él, clase media depauperada, si encarece las importaciones de aquellos bienes y servicios que los usanos necesitan y que no pueden producir. Un sinfín de contradicciones, que en un sistema democrático deberían ser removidas y sustituidas por otras más adecuadas. Ya veremos si EEUU es realmente la democracia que por ahí afirman que es.
